La agresión física a los niños en este continente es motivo de gran consternación e inquietud, y el aumento del fenómeno en Costa Rica cobra visos de horror y angustia. Un impulso decidido clama por proporsiciones, soluciones y acciones integrales.Porque el niño no es solamente agredido por violencia física; y no sólo se le maltrata activamente. La vida que nace y crece se puede herir espiritualmente, y también por privación, o por limitación en las respuestas a sus necesidades esenciales. El drama de uno y otro proceder, es que priva al niño del goce de sus derechos para lograr un desarrollo con plenitud.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados