Bolivia languidece. Se encuentra virtualmente en estado de coma. La hiperinflación raya ya en el 4.000 por ciento, carcome sus entrañas. El pueblo sufre la crisis económica más catastrófica de la historia de las naciones, al punto de que un experto del Banco Mundial diría hace poco que es más grave que la del sub-Sahara africano. La democracia, tan largamente ansiada y finalmente alcanzada, en manos del gobierno izquierdista, ha terminado por ser avasallada por la anarquía.
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