En el supuesto, si no imposible al menos harto improbable, de que Mijail Gorbachov se decidiera algún día a emigrar a Occidente u optara por retirarse -posibilidad muy remota también, porque en el Kremlin la jubilación, si no es forzosa está mal vista-, no tendría que preocuparse en absoluto por su futuro. Todas las universidades del mundo se disputarían su incorporación a la cátedra de Relaciones Públicas, habida cuenta de su habilidad en el ejercicio de tan difícil arte.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados