De sus seis hijos, cuatro son drogadictos. De estos, uno aguarda a ser ingresado en una granja, otro lleva dos años en el Psiquiátrico, pendiente de juicio, un tercero está pendiente de juicio, un tercero está internado en la cárcel como preventivo y el último vive en casa, tuerto y paralítico a causa de una sobredosis adulterada. Separada, al fin, de su marido, parado, alcohólico y agresivo, cambió de barrio. Al poco tiempo, unos "camellos" robaban su casa y volvían a drogar a sus hijos. Una vida de tango la de Elena Jiménez, que no por melodramática es menos real.
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