Los viejos fantasmas del pasado han sobrevolado nuevamente la Argentina. El presidente Alfonsín, en un rapto de audacia y de coraje, esquivó personalmente la primera embestida. pero el malestar castrense continúa. Convencido de que en ningún lugar del mundo "se ha perseguido hasta el último sargento" después de un largo periodo dictatorial, el Presidente argentino se dispone a conseguir "la pacificación nacional" mediante una solución político-jurídica que ponga fin a la comparecencia incesante de miembros de las fuerzas armadas ante los Tribunales, principal objetivo de los protagonistas de las últimas insurrecciones militares.
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