Sin haber comenzado oficialmente, la durísima e inmisericorde campaña electoral norteamericana ya se ha cobrado una importante víctima: el ex senador por Colorado Gary Hart, considerado hasta hace pocos días como el más serio aspirante a la nominación demócrata. Ahora la competición es más abierta. Son muchos los participantes en la maratón electoral que sueñan con convertirse en una de las dos estrellas de la carrera final hacia la Casa Blanca. Pero en el otro campo, el republicano, las posiciones, aunque más claras, tampoco aparecen netamente definidas. Sobre todo si se demuestra la implicación del teórico candidato designado, el vicepresidente Bush, en el "Irangate", esa maldición llamada a marcar los últimos años de la "era Reagan".
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