Aquí, el genio de la raza se conserva por la vía municipal. El espíritu indomable de Celtiberia habita en los alcaldes y se transmite de alcalde en alcalde. Cuando ya parece que Celtiberia languidece, sale un alcalde y la salva de la agonía y de la muerte. Sale el alcalde de Zalamea y, con muchísimo respeto, ahorca al capitán de los tercios, o sale el alcalde de Móstoles y en un bando de pregonero le declara la guerra a Napoleón Bonaparte.
© 2001-2025 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados