La Unión debe dotarse de tres elementos cruciales. En primer lugar, de un planteamiento estratégico propio, que guíe de forma planificada y proactiva en el ámbito de la acción exterior, la seguridad y la defensa. En segundo lugar, debe ser capaz de funcionar de forma más ágil y en el momento adecuado, mejorando el proceso de toma de decisiones. En tercer lugar, es imperativo que la Unión aprenda a utilizar eficientemente sus ventajas estratégicas, es decir, la fuerza que otorga la acción conjunta, multiplicando su capacidad de acción y haciendo de la Unión Europea un proyecto más potente que la suma de sus partes constituyentes, no solo para hacer frente a las amenazas, sino también para profundizar las alianzas con sus socios.
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