Este trabajo busca responder a la pregunta: ¿Por qué se necesitan partidos en la política? Con ese fin, se introduce un argumento poco estudiado en la literatura política: la importancia de los partidos como mecanismos de generación de reputaciones de gobierno. La delegación política es mucho más imperfecta que otras formas de delegación, como consecuencia de la inconsistencia temporal entre el momento de la elección y el gobierno del agente político. Esta situación es la que permite a los políticos incumplir las promesas de gobierno, que constituye la frustración más común de la ciudadanía con sus representantes y la principal fuente de descrédito de las instituciones democráticas1
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