A lo largo de este texto se plantean dos objetivos. En primer lugar, se busca desmontar la creencia, mantenida durante más de treinta años, de que el Museo del Prado rechazó una espléndida colección de pinturas de los siglos XVIII y XIX, legada por el coleccionista mexicano Carlos de Beistegui, que finalmente acabó donándola al Museo del Louvre. Basándonos en las actas del Patronato del Museo del Prado entre 1928 y 1932, sabemos que el legado nunca contempló dicha colección, sino una altísima suma de dinero y cinco cuadros de Zuloaga. En segundo lugar, se pretende descubrir por qué ese legado, fundamentalmente económico, nunca se ejecutó. Un propósito que se ha enfrentado a algo imponderable: la casi total ausencia de documentación.
The aim of this paper is twofold. The first is to dismantle the belief, held for more than thirty years, that the Prado Museum rejected a splendid collection of eighteenth and nineteenth century paintings bequeathed by the Mexican collector Carlos de Beistegui, who eventually donated it to the Louvre Museum. Based on the minutes of the Prado Museum’s Board of Trustees between 1928 and 1932, we know that the collector’s actual bequest was a very large sum of money and five paintings by Zuloaga; it never included the disputed collection. The second aim is to discover why the fundamentally financial bequest was never executed. This was a difficult task due to the almost total absence of documentation.
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