La construcción social de la masculinidad está vinculada a situaciones de productividad, riesgo y fortaleza, con las que los varones hacen propio el elemento poder en su dinámica cotidiana. Como están inmersos en una sociedad permeada por el patriarcado, ellos son posicionados como sujetos dominantes frente a la subordinación de las mujeres, lo que les posibilita prácticas que transgreden la dignidad humana. Al respecto, son los varones los principales agresores en situaciones de violencia, sobre todo las que se ejercen en contra de ellas, pero es una realidad el que así como muchos de ellos son victimarios, también son víctimas del abuso del poder. Esta práctica, independientemente de quien la ejerza, la comunidad masculina prefiere silenciarla porque se espera que la identidad de los varones esté lejana a la minusvalía, la desvaloración y la inferioridad, diminutivos tradicionalmente ligados con la feminidad. En este ensayo se reflexiona sobre los hombres como víctimas de la violencia, en un ejercicio que pone de manifiesto la necesidad de cuestionar patrones comportamentales que generan transgresiones al desarrollo humano.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados