El tebeo, como todo fenómeno artístico, nos habla del pasado, del presente y del futuro. Es, por tanto, testimonio documental, espejo y catalejo a la par. Testigo del pasado en cuanto documento, testigo del presente en cuanto imposta de sus realizadores en un momento determinado, y “testigo” del futuro debido a la prospectiva que todo arte comporta, habida cuenta la especial sensibilidad de los creadores para con sus empeños. Por todo ello, el estudio de los tebeos es tan pertinente para informar sobre una diacronía o una sincronía como el de cualquier otro material. Además, la añadidura de su evolutiva “proscripción”, debido a un malentendido histórico, demanda que se le haga justicia. En el presente trabajo tratamos de recoger, desde su aparición en nuestros pagos, esta riqueza ínsita al también llamado noveno arte.
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