En agosto de 1942, Jorge Cuesta se suicidó en circunstancias trágicas y no del todo esclarecidas. Los detalles, relatados por diversos testigos, se contradicen en no pocas ocasiones y han sido la materia de la cual se tejió su tristemente conocida leyenda negra. Un mes después de su muerte, la revista Letras de México le dedicó un homenaje publicando un largo poema hasta entonces inédito, y terminado, según lo dicta la tradición, poco antes de ser coducido al manicomio. El Canto a un dios mineral ha sido citado, desde entonces, en forma completa o fragmentaria en revistas y libros.
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