Si es cierto que las vanguardias literaria y política a menudo se dan la mano, y si es verdad, como s eha dicho, que no es casual que algunos de los integrantes del poeticismo terminen militando en esa disidencia dentro de la izquierda marxista que conocemos con eln ombre de espartaquismo, también habría que decir que en nadie como en Eduardo Lizalde se da con tanta intensidad, o cuando menos, con tanta insistencia, la preocupación por hacer una poesía política, esto es, una literatura de denuncia.
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