Guardando esa estrecha relación entre lo cotidiano y el imaginario, en su reelaboración literaria, el mito de "El monte El Encanto" se ha transformado en una nueva conseja. Mismo proceso por el cual han pasado todas las breves obras de Elena Garro. En El Encanto, Tendajón mixto, todos los elementos naturales de la vida cotidiana adquieren una carga significativa sobrenatural, pues sufen una metamorfosis, al haberles los lugareños agregado un ánima. Ante tal animismo, todos los sucesos resultan sobrenaturales y simultáneamente ordinarios; pierden su carácter imaginativo y fantástico a fuerza de su presencia habitual. La percepción de los acontecimientos "sobrenaturales" resulta del todo natural, al estar rodeado, el portador de esa cultura patrimonial al vivir dentro de un espacio físico, dentro de un tiempo del todo "mágicos", donde el mito es una realidad.
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