Cuando cumplió 50 años, Riccardo Frizza decidió dar un cambio de rumbo a su carrera como director operístico especializado en el repertorio italiano para hacer realidad su sueño de dirigir una serie de obras sinfónicas que le fascinaban desde su juventud. Sigue dirigiendo más ópera que conciertos, pero aspira a alcanzar el equilibrio del 50 por cien de dedicación a cada repertorio, el sinfónico y el lírico. Tras su Ballo in maschera en el Liceu, en marzo y abril se paseará por el Musikverein de Viena, por el País Vasco con la Euskadiko Orkestra Sinfonikoa y regresará a Budapest con su Sinfónica de la Radio de Hungría, todo ello antes de revisar Le villi de Puccini en Turín y Maria Stuarda de Donizetti, en Nápoles.
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