El ascenso de los borbones modificó inevitablemente el panorama musical de la corte española. En 1703 una compañía de cómicos italianos llegó a Madrid acompañando a Felipe V, un joven de 19 años con clara predilección por la música italiana. Los intérpretes —más ligados a la commedia dell’arte que a la ópera— fueron bautizados como los trufaldines, y se sucedieron enfrentamientos entre el público por lo que parecía una peligrosa invasión de la ópera italiana en la cuna de la zarzuela.
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