El año de 1492 marca uno de los hitos de la Historia del Mundo. En ese año, y gracias a la intrepidez del más grande de los navegantes —-Cristóbal Colon— un vasto Continente fue descubierto, más allá de los mares, bañado por los rayos del Sol poniente. Este Continente no solo estuvo destinado a ser la cuna de 22 nuevas naciones que así en época de paz como de guerra — conforme fue demostrado en el último conflicto mundial— han jugado un papel vital en los destinos de la Comunidad Universal de Pueblos, sino que, aporto o la humanidad: e| beneficio de media docena o más de productos nuevos, sin cuyo concurso es dudoso que ella pudiera haber realizado los progresos que durante las últimas cinco centurias ha alcanzado.
Cada uno de dichos productos ha jugado un papel definitivo en el bienestar y progreso de la humanidad.
Con el descubrimiento del Nuevo Mundo la quina, pues, entro en la Materija Medica. Y, gracias a ello, por vez primera un verdadero específico, en el sentido farmaco-terapeutico, era introducido en medicina. En el más estricto sentido, una grande y temida plaga podía ser combatida con una medicación individual.
La primera piedra de la quimioterapia estaba puesta. Pero, lo que aún es más admirable, la fórmula de Ia quinina debía estar llamada a convertirse más tarde en*la formula prototipo en el estudio de las drogas quimioterapicas sintéticas que habría de venir.
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