Empezamos a votar, aquí en las Batuecas, con la charanga del "Habla, pueblo, habla", que caía sobre estas parameras como agua de mayo, como lluvia fresca y nueva después de la pertinaz sequía. Seguimos votando con aquel pasacalles electoral del "Vota, Centro, vota Suárez, vota libertad", antes de que Alfonso Guerra diese en llamar al presidente del Gobierno "tahúr del Mississippi", y antes de que el biógrafo áulico Fernández Brasso descubriera que en un librero sevillano había reencarnado el genio de Leonardo da Vinci, en el siglo Pololo da Vinci. Llegó más tarde el "Himno a la alegría", y aquello fue un beethoveniano trueno triunfal, la eclosión otoñal de la rosa socialista.
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