El Museo Episcopal de Vic, internacionalmente conocido por su extraordinaria colección de pintura romana y gótica, permite seguir no solamente laevolución estilística e iconográfica de la pintura catalana, sino también la evolución de la teología y espiritualidad medieval.A finales de la Edad Media por la liturgia de la luz se descubre una nueva ordenanza del saber, en la cual la evidencia enérgica de lo femenino luminoso, a partir de la Virgen Madre de Dios, tiene una función primordial.Desde la mandorla solar de la Virgen del Niño de Santa Margarida de Vilaseca pasando por las santas que rodean a Francisco de Asís estigmatizado y la Virgen de Pentecostés de Santa María de Verdú o santa Emerenciana lapidada, por citar solo a algunas, todas esas mujeres pintadas se mueven en un elemento natural que es la luz. Se imponen por su luminosidad y la luz es su condición absoluta, presencia divina.
The Episcopal Museum of Vic, internationally known for its extraordinary collection of Roman and Gothic painting, allows us to follow not only the stylistic and iconographic evolution of Catalan painting, but also the evolution of medieval theology and spirituality.At the end of the Middle Ages, through the liturgy of light, a new ordinance of knowledge was discovered, in which the energetic evidence of the luminous feminine, starting from the Virgin Mother of God, has a primary function.From the solar mandorla of the Virgin of the Child of Santa Margarida de Vilaseca through the saints who surround the stigmatized Francis of Assisi and the Virgin of Pentecost ofSanta María de Verdú or stoned Saint Emerenciana, to name just a few, all those painted women They move in a natural element that is light. They are imposed by their luminosity and light is their absolute condition, divine presence.
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