En las pequeñas y vitales situaciones de la vida diaria, es inútil buscar el rastro de la "perestroika". El individuo sigue a su albur, a su suerte; para el Estado soviético sólo cuenta el grupo. Sin embargo, ya existen catacumbas donde la "perestroika" comienza a conseguir el milagro de que el pueblo de la URSS abra sus ojos a la autocrítica, lo que significa una nueva andadura en los últimos siete años.
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