Faltaban doce minutos para las cinco de la tarde. Pedro -Perico para todos- Delgado volaba para confirmar la tradición, para volver a hacer historia catorce años después. Mientras subía Alpe D'Huez -"quien gana aquí, gana en París" dice la leyenda-, su "maillot" se volvía más y más amarillo a medida que Roche, roto por el esfuerzo, bañaba con lágrimas de impotencia el manillar de su rezagada máquina. Perico volaba tras Herrera para llegar a la cima y colocarse líder del Tour de Francia un año y un día después de que la muerte de su madre le obligara a dejar la carrera más prestigiosa del mundo. Esta era "su" vuelta. Y consiguió vestirse de amarillo. Luego vino la persecución casi agónica de Roche, la prevista pérdida de liderato en el penúltimo día... Pero la gesta ya estaba escrita.
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