Resumen de Instrucciones para organizarse. O de cómo fue hacer un movimiento social campesino en el noroeste de Córdoba
A veces la sociología usa metáforas como fuegos de artificio, destellos de lucidez. Dice Bourdieu que podemos pensar la conformación de un colectivo como un “acto de magia que permite hacer existir lo que no era sino una colección de personas plurales, una serie de individuos yuxtapuestos, bajo la forma de una persona ficticia, una corporación, un cuerpo” (1988:162). Más de dos décadas después del acto de institucionalización de APENOC, en Serrezuela, en 1999, el Movimiento Campesino de Córdoba tiene una historia que confirma y consolida una forma específica de agrupamiento, de vinculación, de articulación colectiva. Lo que hoy es un movimiento social de trabajadores rurales de la economía popular, reconocido e integrado a otras organizaciones políticas argentinas en un proyecto político con un horizonte prioritariamente nacional, se conformó en originariamente como una red vincular que funciona como cuerpo movilizado y organizado en torno a una categoría clasista de campesino, cuyas demandas se articularon en confrontación con los representantes locales del capitalismo agrario,integrado en el campo de los movimientos sociales rurales latinoamericanos (Decándido, 2021). A veces la sociología se sale de la metáfora y ofrece herramientas desmitificadoras, asume el papel de refutadora de leyendas. Vengo a hablar del truco: el trabajo político mediante el cual ese colectivo se produjo con una fisionomía específica. Lo que sintetizaré como “forma organización”. Es suficiente con describir, echando mano a herramientas conceptuales bourdeanas, los mecanismos de división del trabajo político entre portavoces y profanos - militantes y ‘bases’- para ver que no fue magia. Más bien sucedió que un sub-grupo convirtió en hegemónico su proyecto organizativo. La sociología desencantando del mundo. Triunfo de la razón.
