El origen de la psicología comunitaria se traza a una conferencia que tuvo lugar en mayo de 1965 en Swampscott, Massachusetts. Los asistentes a la conferencia estaban insatisfechos con las limitaciones de la psicología clínica tradicional y a su vez preocupados por promover cambio social y político; decidieron ir más allá del énfasis en las terapias individuales y moverse hacia la prevención y la utilización de un modelo ecológico, que considera al contexto del individuo como un factor determinante de la conducta, en lugar de su condición interna o su patología. Moritsugu et al.,(1) en uno de los libros comúnmente utilizados en clases de introducción a la psicología comunitaria, indicaron que la meta central de esta es “optimizar el bienestar de la comunidad y los individuos con intervenciones creativas o alternativas diseñadas en colaboración con miembros de la comunidad afectados por un problema común y en colaboración con otras disciplinas relacionadas.”
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