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Neurobiología y formación de mentalidades éticas

    1. [1] University of Notre Dame

      University of Notre Dame

      Township of Portage, Estados Unidos

  • Localización: Bioética y neuroeducación moral: filosofía social y política a partir de Karl-Otto Apel / Rubén Alepuz Cintas (ed. lit.), César Ortega Esquembre (ed. lit.), Marina García-Granero Gascó (ed. lit.), Carlo Sanmartín Catalá (ed. lit.), 2021, ISBN 978-84-1369-201-2, págs. 280-292
  • Idioma: español
  • Títulos paralelos:
    • Neurobiology and the Formation of Ethical Mindsets
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • español

      La cultura dominante fomenta y normaliza a los individuos agresivos, egocéntricos y autoprotectores a través de infancias estresantes y tóxicas que promueven una sensación de escasez, soledad y miedo. Estas experiencias son contrarias a la herencia evolutiva de la humanidad, representada en cazadores-recolectores de grupo pequeño, donde se esperaba la cooperación y el comunalismo. Estas sociedades proporcionan el nido evolucionado, asegurando el desarrollo del cerebro normal de la especie y la personalidad. Los bebés son altamente inmaduros y maleables, y evolucionaron para esperar una infancia social de mamíferos como mínimo, un nido evolucionado que incluya una experiencia perinatal relajante, apoyo social y un clima positivo con múltiples cuidadores receptivos, lactancia materna extensa, afecto, juego social autodirigido e inmersión en el mundo viviente otro-que-humano. La plasticidad y la conformación epigenética de la biosocialidad del niño, las inteligencias socioemocionales y ecológicas ocurren durante la vida temprana cuando el niño no tiene autonomía para elegir a los padres o sus experiencias tempranas. De esta manera, el nido evolucionado se convierte en una cuestión de ética para los padres, las comunidades y las sociedades. Los bebés tienen derecho a recibir lo que necesitan a través del nido evolucionado y las ciencias neurobiológicas demuestran su importancia para la neuroeducación humana y el desarrollo moral virtuoso. El bienestar planetario y la supervivencia de la especie podrían depender de regresar al sistema de millones de años de antigüedad en el que se conforma a una naturaleza humana cooperativa que esté en sintonía con el bienestar del mundo natural.

    • English

      The dominant culture fosters and normalizes aggressive, self-centered and self-protective individuals through stressful, toxic childhoods that promote a sense of scarcity, loneliness and fear. These experiences are contrary to humanity’s evolutionary heritage, represented in small-band hunter-gatherers, where cooperation and communalism were expected. These societies provide the evolved nest, ensuring species-normal brain and personality development. Babies are highly immature and malleable, and evolved to expect a social mammalian childhood at the minimum, an evolved nest that includes soothing perinatal experience, social support and positive climate with multiple responsive caregivers, extensive breastfeeding, affection, self-directed social play, and immersion in the other-than-human living world. The plasticity and epigenetic shaping of the child’s biosociality, socioemotional and ecological intelligences occurs during early life when the child has no autonomy to choose parents or early experience. In this way, the evolved nest becomes a matter of ethics for parents, communities and societies. Babies have a right to receive what they need through the evolved nest and neurobiological sciences demonstrate its importance for human neuroeducation and virtuous moral development. Planetary wellbeing and species survival may depend on returning to the millions-year-old system of shaping a cooperative human nature that attunes to the wellbeing of the natural world.


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