Las normas educativas abogan por la aplicación de la evaluación formativa, pero en las sesiones de evaluación observamos en ocasiones lo difícil que resulta ponernos de acuerdo sobre algún aspecto del alumnado.
Las llamadas teorías implícitas se presentan como una respuesta a este problema de conexión entre los discursos docentes puesto que se definen como representaciones personales sobre el medio y se constituyen en el seno de los grupos sociales que las dotan de estructura en forma de una memoria cultural (Rodrigo, Rodríguez y Marrero, 1993, p. 51-52).
Analizaremos someramente la evaluación para adentrarnos en cómo la interpretan las diferentes teorías implícitas y de qué manera podríamos superar las dificultades
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