Rodrigo Andrés Arriagada Zubieta
Cierta crítica ha afirmado que los poemarios escritos por Enrique Lihn en la década de los ochenta carecen de una dimensión política. A la luz de Pena de extrañamiento, de 1986, este artículo rebate tal tesis. Se describe la situación marginal del poeta dentro del campo cultural chileno de la época, en contraste con la figura de Raúl Zurita. Se argumenta que Lihn resiste tal desplazamiento, apelando a la significación política de la idea del fantasma que incorpora a su obra. El artículo examina la relación de esta idea con la noción de espectralidad de Jacques Derrida, sosteniendo que el hablante del libro puede ser entendido como un viajero que goza de una sobrevida en medio de la ruina dictatorial. Contra la lectura tradicional, se concluye que en Pena de extrañamiento no hay flâneur, pues en un contexto de trauma no hay nada que mirar.
Some critics have claimed that the poems written by Enrique Lihn in the eighties lack a political dimension. In the light of his Pena de extrañamiento, from 1986, this article defies this thesis. It describes the marginal situation of Lihn within the Chilean cultural scene at that time, in contrast to the poet Raúl Zurita. Then, it is argued that Lihn resists such disparagement, resorting to the political meaning of the ghost that he incorporates into his work. The article examines the relationship of this idea with Jacques Derrida's notion of spectrality, arguing that the speaker of the book can be understood as a traveler who enjoys a survival in the midst of the dictatorial ruins. Against the traditional understanding, it is concluded that in Pena de extrañamiento there is no flâneur, for in a context of trauma there is nothing to look at.
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