La desnutrición relacionada con una enfermedad es una realidad entre pacientes internados y un problema recurrente por la falta de diagnóstico y acciones para tratarla e incluso evitarla. La población global se ve constantemente sometida a situaciones de riesgo para la desnutrición estando presente el hambre en todos los continentes, en porcentajes diferentes y con mayor énfasis en los países de África, del sur asiático y de América Latina. Situaciones de riesgo para la inseguridad alimentaria como conflictos, desastres y la pandemia son frecuentes y empeoran todavía más la situación de gente ya sometida a crisis. La convivencia con el hambre genera una vulnerabilidad más grande a la desnutrición y al doble escollo de la mala nutrición y la coexistencia con la obesidad. Ambas situaciones, la falta o exceso de nutrientes, causan la susceptibilidad de enfermedades o complicaciones de comorbilidades preexistentes, lo cual aumenta el riesgo de internación, de infecciones, del tiempo de hospitalización, de los gastos en salud, de incapacidades y de mortalidad. Es de extrema importancia la creación de flujogramas para identificar, lo antes posible, a los pacientes en riesgo o con desnutrición para crear acciones de soporte nutricional y el seguimiento de dichos pacientes durante y tras la internación, dentro de los aspectos éticos para cada situación, a fin de aportar beneficios sin maleficencia, evitando complicaciones, reingresos, buscando costo-efectividad incremental en la atención de la población hospitalizada.
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