Maritza Rodríguez Guarin, Juanita Gempeler Rueda, Sergio Mario Castro, María Mercedes Ospina, Carolina Villanueva Betancourth, Juan Pablo Amortegüi, Laura Vázquez
RESUMEN Antecedentes: La cuarentena y el distanciamiento social como resultado de la pandemia de COVID-19 planteó la necesidad de continuar virtualmente el tratamiento de los pacientes con trastornos alimentarios (TA). Objetivo: Evaluar la viabilidad, aceptabilidad y adherencia al tratamiento virtual de los pacientes, las familias y los terapeutas. Métodos: Se aplicaron encuestas en línea a 14 pacientes, 10 familiares y 8 terapeutas de un Programa Ambulatorio Intensivo para TA, y se realizó un análisis DOFA con las respuestas. Resultados: El tratamiento virtual durante el confinamiento fue considerado factible y útil por todos los encuestados. El miedo al contagio y la presencia de los padres en el hogar se identificaron como fortalezas. Los padres informaron problemas con el cumplimiento del plan nutricional, especialmente en anorexia. Los terapeutas señalaron la necesidad de adaptaciones metodológicas en las sesiones para mejorarla participación. La adherencia de las familias fue total y la de los pacientes, del 90%. Conclusiones: La adaptación virtual del programa es una opción válida y útil durante el confinamiento obligatorio, mejora la participación familiar, pero no reemplaza el tratamiento presencial.
ABSTRACT Bacfeground: Lockdowns and social distancing as a result of the COVID-19 pandemic have brought about the need to continue treatment virtually in patients with Eating Disorders (ED). Objective: To evaluate feasibility, acceptability and adherence to virtual treatment in patients, families and therapists. Methods: Fourteen patients, 10 family members and eight therapists from an intensive outpatient program for ED answered online surveys and a SWOT analysis was performed with the responses. Results: Virtual treatment during lockdown was considered feasible and useful by all respondents. Fear of contagion and the presence of parents in the home were identified as strengths. Parents reported problems with nutritional plan compliance, especially in anorexia patients. Therapists highlighted the importance of methodological adaptations in sessions to improve participation. Adherence to sessions was 100% for family members and 90% for patients. Conclusions: Adaptation to a virtual program is a valid and useful option during lockdowns. It improves family participation but does not replace face-to-face treatment.
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