En julio del año pasado, la Expo de Sevilla parecía atascada por problemas de competencias entre el comisario Manuel Olivencia y el "hombre fuerte" del PSOE, Jacinto Pellón. Este Gobierno de sevillanos cortó por lo sano: cesó a Olivencia, nombró un comisario menos conflictivo, el diplomático Cassinello, y encomendó a Virgilio Zapatero, el ministro de Relaciones con las Cortes y el bigote más poblado del Gabinete, la responsabilidad de ser el tutor de la Exposición Universal. Por encima de Zapatero sólo tocan, en esta sinfonía sevillana que va a durar seis meses, el vicepresidente Serra y quien Chiqui Benegas llama, por el teléfono inalámbrico, "el one"...
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados