El asedio de Dubrovnik por parte del Ejército federal yugoslavo comenzó el 1 de octubre de 1991. El 6 de diciembre una "tormenta de fuego" -según expresión de su alcalde- se abatió sobre su casco antiguo, catalogado por la UNESCO desde 1979 como "patrimonio cultural de la Humanidad". Hoy, siete meses después, la "Venecia croata" reconstruye los daños -"irreparables en muchos casos", dicen las autoridades locales- causados a su herencia histórica. La ciudad continúa sitiada por el ejército y la única vía de acceso es la marítima. 15.000 refugiados se agolpan en casi una docena de hoteles semidestruidos por los bombardeos. Pese a esta situación los Cascos Azules de la ONU no se desplegarán en la zona.
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