En los momentos en que la economía debe dar un viraje fuerte, se necesitan dos cosas: que el capitán del buque mantenga muy firme el timón y que no exista riesgo de que la tripulación se amotine en el momento en que más necesaria es su colaboración. Esto segundo es tan importante como lo primero porque, como bien sabemos todos, tras el Despotismo Ilustrado, el lema de "todo para el pueblo, pero sin el pueblo", ha quedado maltrecho. El pueblo ha de colaborar en la edificación de su futuro y de modo continuo, activo.
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