Guayaquil, Ecuador
A medida que el niño crece recibe impactos positivos o negativos, impresos a manera de códigos en sus engramas mentales, que algunas veces devienen en traumas psíquicos, a juzgar por sus actitudes y comportamientos dentro del núcleo familiar o en su entorno. Existen serias correlaciones entre las energías psíquicas que se activan cotidianamente en la vida personal y social del individuo, cuya esencialidad positiva o negativa lo etiquetan como adaptado o desadaptado. Depende de los padres la hechura caracterial de sus hijos y la fortaleza de su ego, para que éstos canalicen la energía instinto impulsivo o netamente frustrante, en energía pulsión, reconversionando la intencionalidad para retomar el equilibrio homeostásico a través de saludables mecanismos de ajuste
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