Resumen de Geographies of violence: the Chilean police militarization and surveillance methods

Pedro Palma Calorio, Gricel María Labbé Céspedes

• español

  El ataque directo a los ojos de los manifestantes durante la revuelta del 18 de octubre de 2019 es una muestra de la sistemática política de violencia llevada a cabo por el Estado de Chile frente a la protesta. Los abusos de las fuerzas de choque no se limitaron a causar ceguera en los manifestantes, sino que además se insertaron en una serie de abusos físicos y psicológicos de diversa índole. Estos abusos son una herencia de las herramientas institucionales de la dictadura chilena, destinadas a despolitizar los movimientos revolucionarios. Desde una perspectiva geográfica, institucional y anarquista, la investigación buscó comprender, a través del análisis de datos y contenido de más de 3.000 archivos, el accionar de las policías entre el período de 1973 hasta hoy, que promueve la desarticulación de los movimientos revolucionarios, (re)produciendo violencias concatenadas históricamente sobre espacios de beligerancia popular, lo que será abordado como “geografías violentas”. La investigación dio cuenta de que las instituciones, organizaciones y agencias coercitivas, a través de su proceso de militarización y politización, emplean diversos mecanismos de control social. Por un lado, se encuentran los aspectos tangibles, como el armamento y la militarización de espacios, así como los enfrentamientos. Por otro lado, existen factores intangibles, como los vicios administrativos, las categorizaciones y las estigmatizaciones. Estos dispositivos contribuyen a desacreditar los grupos y territorios organizados y a fomentar violencias tanto directas como indirectas, que pueden ser más insidiosas y de largo plazo. Sin embargo, en estas geografías violentas también surgen “geografías de la protesta”, que representan acciones colectivas de apoyo mutuo y cooperativismo. Estas acciones mantienen viva la llama de la revuelta de manera constante.

• English

  The direct targeting of protesters’ eyes during the October 18, 2019, is an example of the systematic policy of violence carried out by the Chilean state against the protest. The abuses by the shock forces extend beyond causing blindness to the protesters and encompass a range of physical and psychological abuses. These abuses are a legacy of the institutional tools of the Chilean dictatorship, designed to depoliticize revolutionary movements. From a geographical, institutional, and anarchist perspective, the research sought to understand, through the analysis of data and content from over 3,000 files, the actions of the police from the period of 1973 to the present, which promote the dismantling of revolutionary movements, thus historically reproducing connected acts of violence in areas of popular conflict. This phenomenon is recognized as “violent geographies”. The research revealed that institutions, organizations, and coercive agencies, through their process of militarization and politicization, employ various mechanisms of social control. On the one hand, there are tangible aspects, such as armament and the militarization of spaces, as well as confrontations. On the other hand, there are intangible factors, such as administrative vices, categorizations, and stigmatizations. These mechanisms contribute to discrediting organized groups and territories and foster both direct and indirect forms of violence, which can be more insidious and longterm. Nonetheless, within these violent geographies, “protest geographies” also emerge, representing collective actions of mutual support and cooperation. These actions keep the flame of the uprising alive continuously.