El autor trata de responder a una sencilla pregunta: ¿Por qué haces libros? No hay una respuesta sencilla. Para contestarla hace un ejercicio de memoria desde su infancia y nos cuenta cómo empezó a crear desde muy niños, jugando con retales, modelando, dibujando, construyendo, escribiendo... Siempre con un afán más lúdico que formal, que no abandonó después del paso por la universidad, la enseñanza y la creación de sus primeros espectáculos de títeres y narración oral hasta que encontró el álbum ilustrado como espacio donde reunir todo lo que necesita expresar, todas las ramas de un árbol que crece sin podar.
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