En 1955, el Pintor retrató a sus abuelos fallecidos; cuatro años después, realizó Paseo del cementerio y, más tarde, representó en primer plano los restos de un perro fosilizado y un conejo desollado porque, como afirma, la belleza está ahí, en ese proceso que va de la plenitud hasta el marchitamiento y la destrucción final.
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