Feria de San Isidro, tarde de toros. Pensaba entrevistar a un ministro, porque el patio político está tan agitado como el de caballos en Las Ventas, pero se me ha caído repentinamente del cartel. Así que me lanzo en picado sobre un hombre que tengo anotado en la agenda, como toda la afición taurina, con letras de oro y gloria: José Ortega Cano, una oreja ya en la Feria, un torero resucitado tras un bache de muchos años, que quería ser bailarín y se apasionó por los toros de niño -una etapa de su vida en que vendía churros a las seis de la mañana, antes de ir a la escuela- y lleva ya siete años en la cabeza del escalafón...
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