No hay día que no encontremos nuevas noticias, cada vez más alarmantes, sobre el agravamiento de la crisis climática. Estamos traspasando puntos de transición: la AMOC (siglas en inglés de Circulación de vuelco meridional del Atlántico), un mayor deshielo del esperado, un 2023 que resultó ser el año más cálido en los últimos 100.000 años, etc. Posiblemente estemos entrando en un territorio desconocido para la propia ciencia. Desde la crisis de 2008 hemos ido escalando datos, cada vez más angustiosos, sobre lo que supone para la vida en la Tierra seguir quemando combustibles fósiles. Desde entonces, traspasado el pico del petróleo convencional, los petróleos extrapesados y el fracking han operado como una suerte de respirador artificial que ha permitido mantener la sensación de que nada va a cambiar, y que nuestro nivel de consumo energético no solo se puede mantener indefinidamente, sino que va a incrementarse.
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