La desigualdad social y de género es una característica estructural de América Latina y el Caribe, cuyas diversas dimensiones resultaron seriamente agravadas a raíz de la pandemia de COVID-19. Una de ellas en particular quedó expuesta con mucha claridad: la injusta organización social del cuidado. La provisión del cuidado en la región es fundamentalmente familiar y femenina debido a que los cuidados han sido el componente del bienestar más difícil de delegar o externalizar fuera de la familia. Puede afirmarse, por tanto, que existe una crisis del cuidado en tanto desajuste entre los potenciales cuidadores y las necesidades de cuidado demandadas por la población. Esta crisis se ha profundizado debido a la reducción de las personas disponibles para brindar cuidados, y al aumento de las personas que requieren cuidados y es un nudo crítico de las desigualdades, por lo que la construcción de nuevos acuerdos sociales debe incorporar centralmente este tema.
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