Con base en las evidencias disponibles y en los criterios de eficacia y seguridad demostrados, se justifica en la actualidad el uso de estatínas para el tratamiento de la dislipidemia en la prevención secundaria de la enfermedad coronaría, en la prevención primaria de esa misma condición cuando exista un riesgo cardiovascular significativo, y en la prevención secundaria de la enfermedad vascular cerebral en presencia de enfermedad coronaría establecida.
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