Se subraya la actualidad de la célebre expresión ignaciana ubicándola en el marco de los Ejercicios Espitiuales y cómo expresa el envío apostólico que recibe el ejercitante; la crisis del amor comprometido en el mundo contemporáneo hace que esta afirmación sea una urgencia eclesial contracultural. Son tres las dimensiones abordadas: no es posible anunciar el evangelio sin compromiso personal; la iglesia ha hablado siempre de la importancia de obrar misericordiosamente con el prójimo como requisito para la salvación; y, en tercer lugar, la Iglesia institucional tiene el compromiso de buscar transformar las estructuras humanas que causan indignidad e injusticia según lo enuncia en su Doctrina Social.
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