Al imponer a Rusia medidas coercitivas a una escala sin precedentes, los países occidentales pretendían hacerle retroceder en Ucrania. Todo ello sin tener en cuenta la solidez de la economía rusa, cuyos ingresos petroleros ya han vuelto a los niveles prebélicos. La política de sustitución de importaciones, el comercio con los países emergentes y el desarrollo de un sistema financiero autónomo han hecho el resto.
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