No comprendo la emoción que está suscitando el a todas luces evidente embarazo de la princesa Estefanía de Mónaco. Será que la gente tiene mala memoria. En cambio, los monegascos no han reaccionado con demasiada alarma, pues, desde hace casi un siglo, están curados de espanto en lo que a las andanzas amorosas de su dinastía se refiere.
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