1. Introducción No hay duda, el camino que hemos seguido como especie ¾y particularmente el que hemos seguido en los últimos doscientos años¾ es insustentable porque no satisface las necesidades del presente y compromete la habilidad de las futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades. La evidencia de lo primero es múltiple, dolorosa y está muy bien documentada. Una limitada lista de necesidades insatisfechas incluye la evidencia de que por arriba de cierto ingreso la obtención de mayor riqueza deja de contribuir a la felicidad [Kahneman y Deaton, 2010], que la distribución del ingreso es muy inequitativa ¾en el mejor de los casos se estima en 1400 millones el número de seres humanos que viven con menos de 1.25 dólares al día [The World Bank, 2013]¾, así como es el acceso a la alimentación [FAO, 2013], la educación [Barro y Lee, 2010], la justicia [Solt, 2009], etcétera. La evidencia de que estamos comprometiendo la habilidad de nuestra especie para satisfacer sus necesidades en el futuro tiene también una larga lista que se ha resumido eficazmente, por ejemplo, en la idea de las nueve fronteras planetarias [Rockström et al., 2009] que incluyen el cambio climático, la acidificación del océano, el consumo de agua dulce y la pérdida de la biodiversidad, entre otros.
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