El cáncer es una enfermedad del genoma. Esta noción empezó a tomar forma desde 1890, cuando el patólogo alemán David Von Hansemann, a través de un análisis detallado de 13 diferentes tipos de tumores postuló la idea de que el cáncer estaba asociado con alteraciones en la segregación de los cromosomas durante la división celular. Posteriormente Theodor Bovery a través de la manipulación experimental de huevos de erizo de mar, descubrió que una “combinación incorrecta de cromosomas” era capaz de generar células con una capacidad de crecimiento ilimitado. Gracias a sus observaciones Bovery fue incluso capaz de preveer la existencia de conceptos fundamentales para la biología del cáncer, tales como los puntos de control del ciclo celular, la existencia de genes supresores y oncogenes así como la sensibilidad de los tumores a tratamientos como la radiación. Con el paso del tiempo muchos de estos conceptos han sido comprobados y descritos a nivel molecular, sentando los fundamentos de la concepción actual de que el cáncer surge debido a la acumulación de alteraciones genéticas a lo largo de la vida de un organismo.
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