Ángel Anguiano (1840-1921), arquitecto e ingeniero civil de formación, fue nombrado en 1876 como primer director del nuevo Observatorio Astronómico Nacional Mexicano. Este hecho le confirió la responsabilidad de poner a punto el nuevo Observatorio, decidir qué instrumentos eran necesarios y sus características, así como el personal a contratar. El nombramiento, además, lo situó como uno de los principales expertos de la ciencia astronómica del país y al frente de la emergente comunidad de astrónomos mexicanos. Este artículo explora brevemente la trayectoria de Anguiano durante sus veinte años de trabajo al frente del Observatorio y la posición ambivalente en que se encontró: experto en la comunidad nacional pero, al mismo tiempo, aprendiz en el contexto internacional. Este caso pone de manifiesto cómo el reconocimiento de la experticia está estrechamente relacionado con el contexto y con la percepción que de ella tengan comunidades relevantes.
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