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Resumen de De sátiras, escarnios y caricaturas en las dramaturgias mexicanas

Eduardo Contreras Soto

  • Cargamos con muchos prejuicios e inercias de opinión cuando hablamos de la historia del teatro mexicano. Uno de los casos más evidentes de este hecho se revela al preguntarnos por los diversos registros de tono o género que ha producido nuestro repertorio dramático, desde González de eslava hasta liera, porque no sólo desconocemos la mayoría de las obras teatrales escritas antes del siglo xx en tal repertorio, pero sobre todo creemos que, por lo poco que se suele leer o mencionar, la dramaturgia virreinal es esencialmente de aburrida moralidad religiosa –salvo Sor Juana, se cree– y la decimonónica es de costumbrismo muy local, regional, sin trascendencia fuera del mundo y de la época que retrató, y por ende ninguna obra de estos periodos cada vez más remotos tiene algo que decirnos a los mexicanos del siglo xxi, mucho menos a los más jóvenes de este tiempo; Así pues, lo mejor –se suele creer– es que esas obras viejas sigan durmiendo en los anaqueles de los libros viejos en las bibliotecas aun más viejas. Sin embargo, más de uno se sorprendería si se le dijera que en el repertorio dramático mexicano son frecuentes las obras de tono satírico, de caricatura grotesca de personajes y situaciones, y que tal enfoque permite seguir viendo en estos textos particulares una clara vigencia y una posibilidad de diálogo con los públicos de la actualidad, acostumbrados y hasta familiarizados con las irreverencias y las fantasías gruesas de estilos y géneros como el clown y el cabaret. Por mencionar sólo ciertos ejemplos, haré un vuelo apresurado y veloz por algunos momentos desternillantes de nuestro repertorio, que fueron irreverentes en su tiempo y aún lo podrían ser en el actual, si se les sabe imprimir la picardía de los recursos actorales y escénicos pertinentes.


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