Los otomanos entraron en la historia a principios de del siglo XIV con un pequeño principado en las fronteras orientales del Imperio romano de Oriente. En muy poco tiempo, y aprovechándose de las condiciones políticas, sociales y económicas de la región, crecieron hasta convertirse en un gran Estado. El particular clima político del periodo fue uno de los factores que explican su asombroso crecimiento y, sobre todo, las oportunidades estratégicas de la región en la que se asentaron.
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