Hoy no es posible distinguir en el campo de la cultura, esto es, en el mercado, entre producción cinematográfica y producción audiovisual. Más allá del matrimonio del sistema radiotelevisivo y la industria del cine, el audiovisual y las redes multimedia de los operadores de telecomunicación son el medio de desarrollo que atraviesa el modo y las formas de producción cinematográfica, bajo el control de los grupos oligopólicos de la industria de la cultura. El espectáculo cinematográfico no se organiza pues en torno a la capacidad de producción, sino por la presencia en el mercado, por la integración en los sistemas de difusión y canalización audiovisual, en la intersección de lo económico y lo cultural. Como sabemos, estas redes de distribución y difusión audiovisual están atravesadas históricamente por relaciones de poder internacional, a nivel económico, que condicionan el consumo y orientación del mercado cinematográfico.
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