Uno de los muchos elementos de carácter meramente tipográfico de los que se puede uno valer para delimitar las tareas de los cajistas que compusieron las primeras ediciones del Quijote (Madrid, Juan de la Cuesta, 1605 y 1615), es la incidencia de las variantes ¿¿ y ¿sl¿ en formas verbales terminadas en ¿s¿ con complemento enclítico directo o indirecto de tercera persona. Cada cajista tendía a usar ya fuera una o la otra variante, y esta costumbre no solamente apunta al cajista que compuso la lectura, sino que también ayuda a seleccionar la forma más adecuada de reunir en una línea toda lectura de este tipo que aparece dividida en dos líneas en las primeras ediciones del Quijote; por ejemplo, mandarnos | lo > mandarnolo > contaros | lo > contaroslo; verei | lo > vereislo.
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